viernes, 24 de marzo de 2006
El precio político es menos precio que la vida humana
ESPERANZA es la palabra que me viene a la mente cuando pienso en el acontecimiento de la semana: ETA anuncia un alto el fuego permanente. La esperanza yo nunca la perdí, todos aquellos que creemos en el diálogo, la paz y simplemente en la cordura nunca la perdimos. Ahora nos queda esperar, observar, dialogar y, sobre todo, no perder nunca la esperanza de que este anuncio se convierta en el hecho histórico que traiga la paz a nuestro país. Ojalá se demuestre que las palabras son más útiles que las balas y ojalá marquemos un gol en la portería de aquellos que no quieren la paz si no la han logrado ellos mismos. Seguro que Ernest Lluch, allá dónde esté, desearía que no se derramara ni una gota más de sangre, que no se cobrara ni una sola vida más. El precio político, si es que alguien consigue dar forma concreta a esta vaga expresión últimamente tan utilizada por ciertos sectores, es menos precio que el de la vida humana.
En las ventanas de aquellos que creemos en la paz brillará hoy la tenue luz de una vela, la luz que iluminará el camino de quien tiene en sus manos la llave que abre las puertas del fin de la violencia. Un final, esperamos, cercano, parafraseando, el principio del fin.
Hoy, a las 00:00 horas, encinde una vela por la paz y la esperanza.
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