martes, 13 de enero de 2009

Imaginemos

Imaginemos, por un momento, que es de madrugada. Estamos dormidos, pero algo nos ronda en la cabeza y perturba nuestros sueños. De repente, un terrible estruendo nos despierta, nos sobresalta, nos asusta. La casa se desmorona, pedazos de ella nos rodean sobre la cama. No sentimos dolor, pero no podemos movernos. Vemos el cielo, las estrellas, a través del techo derruido. Una punzada nos atraviesa el corazón. En el otro extremo de la casa los niños dormían. Ya no, ahora simplemente no están. Más estruendos, luces, fuego y alaridos. Lo que ayer era nuestro hogar, hoy ya no es más que un montón de escombros. Los que ayer eran nuestros seres queridos, hoy no son más que pedazos, sangre y ceniza. Lo que ayer era nuestra vida, hoy ya no es más que una lucha por la supervivencia. Terrible pesadilla. Estamos en Gaza.
¿Somos capaces de imaginar esta escena como algo real? ¿O tan sólo somos capaces de imaginar la secuencia de una película de acción? Cada día desayunamos, comemos y cenamos ante un televisor que nos muestra mujeres y niños ensangrentados, rostros desolados, bombas estrellándose sobre ciudades que parecen de papel. Pero no son de papel. Son los hogares en los que se están arrancando vidas. Nos hemos inmunizado a la sangre y al dolor y no somos capaces de imaginar un sentimiento que jamás hemos experimentado. Perderlo todo, vivir con miedo, ver la muerte tan de cerca… Ahora los palestinos la ven de muy cerca, como la ven día a día los iraquíes, los afganos y muchos otros pueblos que ya no conocen la paz.
Esta es la involución del hombre, puesto que cuando debiéramos haber aprendido que el odio genera odio, que la violencia genera violencia, resulta que no hemos aprendido nada. En Gaza se está cometiendo un genocidio, una masacre de inocentes, una matanza de niños que no han decidido quiénes son sus padres, su gobierno o su país.
Ahora imaginemos, por un momento, que televisores, radios y prensa de una mañana cualquiera anuncian paz en todo el mundo. Los titulares otorgan el triunfo al diálogo y los apretones de mano nos acompañan con el café con leche matutino. No hay tanques, no hay misiles, no son necesarios. Esto tampoco somos capaces de imaginarlo. Es otro sentimiento que nunca hemos experimentado.

1 comentario:

antoine marti dijo...

EL DESERTOR

Jo, Senyor President,
li escric aquesta carta;
vostè podrà llegir-la
si té temps i li plau.
M'acaben d'arribar
els papers militars;
me n'haig d'anar a la guerra
dimecres al més tard.
Jo, Senyor President,
no tinc ganes d'anar-hi,
no he vingut a la terra
a matar els meus semblants.
No vull fer-lo enfadar,
però cal que l'hi digui;
he pres la decisió,
me'n vaig a desertar.

Després d'haver nascut,
he vist morir el meu pare,
els meus germans anar-se'n,
tots els meus fills plorar.
De tant patir, la mare
és a dins la tomba
i se'n riu de les bombes
i se'n riu dels meus cants.
Estant empresonat,
em van prendre la dona,
em van deixar sense ànima
i sense el meu passat.
De bon matí demà,
clavaré un cop de porta
als nassos dels anys morts,
me n'aniré a voltar.

Correré pidolant
tots els camins de França,
de Bretanya a Provença.
Diré a tothom ben alt:
Negueu-vos a obeir.
No hi vulgueu prendre part.
No aneu a la guerra.
Negueu-vos a marxar.
Si cal donar la sang,
doni vostè la seva,
sí, Senyor President,
per exemplificar.
Si em vol venir a l'encalç,
avisi els seus gendarmes,
que no duré cap arma,
que poden disparar.


Boris Vian